Como ya sabemos se acerca ese día en el que nuestra localidad sale de Romería, el próximo día 31 de Mayo se festeja La Romería en Honor de Santa Bárbara.
A continuación y con motivo de dicha celebración os dejo un articulo que en su día escribió Pepe Hinojo y que tiene relación con este Gran día.
“ACORDARSE
DE SANTA BÁRBARA CUANDO TRUENA”
Ocurrió
en una de las primeras romerías de Santa Bárbara, allá los años
cuarenta y cinco o cuarenta y seis, cuando yo era un niño. Recuerdo
con toda ilusión; como a falta de otro medio de locomoción, aquel
año mi padre alquiló un borriquito de los que acarreaban la cal del
“Calerín de Cuenca”, para ir aquel mes de Mayo a acompañar el
Simpecado de nuestra patrona, a su ermita del cerro de la
Encarnación. Ni que decir tiene la gran paliza que al pobre rucio se
le dio aquel día, ya que era el responsable de llevar todos los
utensilios de un día de romería, que en aquellos tiempos eran de
gran pesadez, desde el cántaro para el agua, la garrafa para el vino
del economato, hasta la olla de los conejos en salsa que con tanto
amor había cocinado mi madre. Mi padre constantemente me amonestaba
para que me apease del pobre asno, que con miles fatigas debido a la
gran que llevaba, apenas si podía subir las empinadas cuestas del
cerro de la Encarnación.
Fue
para mí un día inolvidable, las sensaciones vividas quedaron para
siempre grabadas en mi memoria. Nunca olvidaré la llegada a la cima
del cerro donde residía en su ermita nuestra patrona Santa Bárbara,
cuya custodia como buenos santeros ejercían durante todo el año la
familia Pérez a la que más de una vez le pedí agua fresca de su
botijo, ya que con el calor del mes de mayo no se saciaba tan
fácilmente la sed, siendo toda el agua poca porque la mayoría de
las veces el depósito del tan preciado líquido construido en el
cerro, no era suficiente para abastecer a todos los romeros.
Después
de escuchar la misa de romeros ante la imagen de nuestra patrona en
la puerta de su ermita, lo que más me ilusionaba era montarme en las
cunitas que fabricadas por la empresa minera, estaban instaladas al
lado de la ermita en las que gratuitamente y después de esperar
turno, podías pasearte dando unas cuantas de vueltas.
En
el año al que hago referencia lucía un sol espléndido, sus
abrasadores rayos caían inclementes sobre la cima del cerro haciendo
allí presentes buscar refugio al amparo de la sombra de los
lentiscos que pueblan el monte. A lo largo del día y con la ayuda de
unos viejos prismáticos, me dediqué a escudriñar en el precioso
paisaje que desde esta altura nos ofrece toda la vega del
Guadalquivir. Llamó mi atención que a pesar de lo despejado de
nubes que estaba el cielo y luciendo un sol espléndido en toda la
meseta del cerro de la Encarnación una inmensa nube negra iba
cubriendo toda la zona del río Parroso ocultando a la vista todo el
bosque de árboles y palmeras envolviendo a las personas, que
prefirieron pasar el día de romería en este maravilloso vergel en
vez del calor sofocante junto a la ermita de la patrona en el cerro.
Todo
sucedió en muy pocos minutos la nube iba cada vez oscurenciendose
más, era semejante a las crestas de las olas del mar embravecido,
todo ello acompañado de enorme descargas eléctricas como culebrinas
que cruzaban toda la nube, dada su proximidad, el sonido producido
por los truenos daba sensación de que se abría la tierra vomitando
lava tronando con un ruido estremecedor. Ni que decir tiene que las
personas que habían en el Parroso vivieron una jornada desagradable
que nunca olvidarían y que algunas invocarían a Santa Bárbara para
que las protegiera cada vez que rujía el trueno.
Al
caer la tarde cuando bajamos del cerro con la imagen de nuestra
pastora para tenerla junto a nosotros en el pueblo durante una
semana, a medida que llegábamos al Parroso vimos cómo estaba toda
la tierra mojada, como si hubiese caído un gran diluvio, lo que me
sorprendió hondamente ya que en lo alto del cerro no cayó ni una
sola gota de agua; este fenómeno natural dio rienda suelta a mi
imaginación del niño, pensé, que nuestra patrona Santa Bárbara
dueña del rayo, quiso dar una lección asustando y dando un remojón
con una tormenta a todos aquellos que por comodidad prefirieron pasar
en ese edén como es el Parroso el día de su romería en vez de
acompañarla durante todo el día en su ermita. Comparándolo con
aquel episodio bíblico, en el que Moisés al bajar del monte Sinaí
se encontró a Arón y su pueblo adorando al “becerro de oro” a
los que por mandato de Dios, castigo.
Doy
fe de la realidad de la noticia, de que en los años cuarenta, el día
de romería en el Parroso, hubo una gran tormenta de las que se
estuvo hablando en los años posteriores, como pueden recordar los
mayores que la vivieron.
Pepe
Hinojo
Desde Miner@s por el mundo os deseamos que pasen un gran día y ver esas maravillosas fotos que realizáis a lo largo del camino. Un saludo.