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jueves, 11 de agosto de 2016

Titiriteros o Zíngaros.


 Os dejamos un nuevo post, creado y publicado en nuestro Grupo de Facebook, En esa ocasión redactado por José A. Montero, al cual le agradecemos su colaboración,  esperamos que os guste.

 Titiriteros o Zíngaros.


Supongo que os acordareis de algo que ya tenemos o teníamos guardado en el cajón de nuestra memoria, pero que si lo sacamos un poquito de sus guías, saldrán como un grato recuerdo de nuestra querida y feliz niñez y que nos traerá gratísimos momentos para volver a recordar y poderlo contar a nuestros seres queridos como batallitas de l@s abuel@s, de tiempos en los que fuimos tan felices, sin saber qué todo era producto de la seguridad que tenían nuestros padres en su puesto de trabajo, hasta que en él año 1.972 decidieron cerrar las Minas, por motivos económicos Nacionales.

Supongo que os acordareis de los famosos titiriteros o zíngaros, esos que a veces traían una cabra, un mono o simple y llanamente hacían como una pequeña representación de cualquier pequeña obra de teatro callejero, pero que también les acompañaba un charlatán, que desplegaba sobre un atril una cartulina de dibujos y letras en la que conforme iba pasando el puntero sobre los cuadros, narraba la historia del momento o suceso reciente que habría sucedido en cualquier parte de la provincia.

Recuerdo que comenzaban la narración, con un “Aquí les traigo señores entre dibujos y palabras, lo sucedido y acontecido verídicamente en tal o cual pueblo y que yo les narro con la toda la verdad con la que lo puedo contar” y seguía narrando la historia que lógicamente la censura del momento le permitía, porque como decían ellos, nunca sabes las orejas que te traicionarán.

Los críos cuando los veíamos venir casi siempre, por las Calderonas hacia la calle larga y después se iban desplazando por barrios, (supongo yo que entraban por este barrio, porque vendrían por el tren desde Sevilla o cualquier otro pueblo, como Tocína, Los Rosales, etc.) y se bajaban en la estación de Alcolea (El Carbonal) y entraban por la Venta de Juan Antonio, hacia el interior del pueblo. La cuestión es que los críos como decía antes, en cuanto lo veíamos venir corríamos de barrio en Barrio voceando su presencia y que vendrían en breve, por esta u otra calle, llenándose las calles de críos y vecinos para ver y oír las historias que traían estos voceadores de las novedades que ellos conocían y narraban de los hechos que habían  acontecido en la provincia. 

También recuerdo, que nuestras madres principalmente nos aconsejaban que, no los siguiéramos mucho rato porque decían, que esta gente se llevan raptados a los críos y después ya no se sabía nunca más de ellos, con lo que cuando llevabas dos barrios recorridos creo yo que te ausentabas de ellos, más porque ya te sabías de memoria lo que decían y te aburrías que por el miedo que te pudieran infundir, porque tardaban poco los Municipales en acercarse a ellos y pedirles la documentación y cobrarles los arbitrios Municipales.

Después de varias horas en el pueblo, desaparecían unas veces por la carretera hacia el cruce de cuatro caminos hacia Alcolea del Río o Villanueva del Río o bien hacia Constantina. 

Era la prensa tardía del momento y la pequeña gran diversión con la que teníamos que convivir, debido a lo atrasado que estábamos con respecto a la Capital.

José A. Montero