La última vez
que utilicé mi dron-libélula parece que se quedó enfurruñado, no sé si por que
no encontró la canción que le pedí o porque tenía algo reservado en
compensación ¡qué bien disimula! Entro en el trastero de mi memoria y lo
veo tan pancho, pues como siempre sigo el ritual, y aparece en la pantalla una
pequeña lista, acerco el zoom y son los nombres de unos juegos, lo lanzo a la
ventura, y como siempre me sorprende con algo inesperado, casi olvidado, se
nota que también remueve el rescoldo de los recuerdos.
Abro la
primera carpeta y veo unos cuantos chavales que llevan algo en las manos y
otros en los bolsillos, uno se agacha con un palo, empieza a hurgar en el suelo
y hace un pequeño hoyo, se retiran y otro traza una línea en el suelo con el
palo, desde el hoyo tiran algo a la raya, acerco el zoom y ¡qué veo! son bolas,
unas de barro, otras de cristal, que llaman cristaleñas, otras de mármol,
marmeñas, también hay otras más gordas que le dicen bolondros y valen por dos de
las de barro.
ahora tiran
por orden de proximidad a la raya, el que queda más cerca del hoyo, oigo que le
llaman guá, coge su bola y se agacha se pone la bola entre el dedo pulgar y el
corazón o el índice, tira con fuerza y dice: ¡media! después de darle otra
bola, tira otra vez y :¡cuarta! se mide la distancia entre las bolas con la
mano extendida, tira otra vez: ¡pie! ahora se mide la distancia con el
pie, si hay más distancia de la medida tira al guá, si la mete gana la partida,
que según se apueste serán otras bolas, las más codiciadas son las
marmeñas, luego las cristaleñas, las de barro son como los céntimos, de poco
valor.
Si la
distancia a medir es más corta que la medida pierde el turno pasando al
siguiente. Al cabo de un buen rato unos van aligerado de peso, y a otros le
abultan demasiado los bolsillos o una bolsa de tela que algunos llevan a
propósito para guardarlas.
Ya dejo a mi
dron-libélula tranquilo y otro día cuando se le antoje abriremos otra carpeta a
ver el juego que nos ofrece.
Antonio Reina
Moreno
23/9/2019
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