No sé si
visitar el trastero de mi memoria, llevo mucho rato dándole vueltas a la
lista de juego que mostró mi dron-libélula en la pantalla, espero no ser muy
pesado y cansar al que lo quiera leer. Me decido y entro, ahí está, con un
piloto a media luz, como siempre está bien de batería lo pongo en marcha y a
ver que sale.
Hay chavales
jugando en la calle, veo a uno que lleva un palo como de un metro de largo, y
otro más pequeño de unos treinta centímetros y tiene los extremos en punta,
llegan a donde han quedado con otros y señalan un gran círculo en el suelo.
Dentro de este círculo ponen el palo pequeño, el que le toca le da un golpe en
la punta con el palo largo, que dicen se llama mocho, el pequeño sale de
un salto a una altura suficiente para darle otro golpe con el mocho, sale
despedido a mucha distancia, otro jugador sale corriendo tras él, ahora oigo
que se llama billarda, si la coge al vuelo le toca tirar, si no, desde donde
caiga tiene que tirarla al círculo, pero si el del mocho le da otra vez al
vuelo, el otro tiene que intentar colarla en el círculo.
Así hasta que
se cansan de correr, al cabo del juego han hecho un buen ejercicio de tanto
perseguir la billarda. Entonces había pocos obesos.
Bueno, ya
descansa mi dron-libélula en su sitio hasta el próximo juego que será cuando él
quiera.
Antonio Reina
Moreno
24/9/2019
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