Ya está de
vuelta mi dron-libélula después de pasar la ITV. Y dispuesto a rememorar
anécdotas del pasado o historias de mi infancia. Así que lo visito en el
trastero de mi memoria, lo conecto y con qué rapidez me muestra en pantalla uno
cuantos amiguetes con una cuerda en la mano dándole vueltas a algo, lo tiran
con fuerza y empiezan a girar, ¡son trompos! Lo cogen del suelo sin dejar de girar,
a veces lo tiran contra otros y lo golpean desplazándolo.
Hay uno que
se ha clavado en otro y casi lo parte por la mitad, y es que le ha cambiado la
púa por otra muy afilada, y no lo puede coger porque se la clava en la mano.
Otro estando
bailando el trompo le lía la cuerda tira de él y lo coge con la mano en el
aire.
Los hay
artistas, pintan el trompo de colores y cuando están bailando hacen unos
dibujos que da gusto verlos.
Ahora ya mi
dron-libélula se queda reposando en su aposento del trastero de mi memoria
hasta que lo visite en cualquier momento.
Antonio Reina Moreno 20/10/2019
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