Imagino lo que quiere mi dron-libélula, me doy una vuelta por el trastero de mi
memoria lo veo muy tranquilo, seguro que me quiere enseñar otro juego de niñas,
nada, adelante con los faroles.
La pantalla se ilumina, las niñas están haciendo un círculo agarradas de las manos, empiezan a moverse girando, juegan al corro, giran y giran a veces despacio, otras más rápidas y se les oye cantar: Agáchate y vuélvete a agachar... y al mismo tiempo se agachan todas a la vez, alguna pierde el equilibrio y ¡zas! al suelo, risas y más risas, vuelta a empezar. Esta vez la canción es distinta: El patio de mi casa es particular, cuando llueve se moja como los demás... o acaso sea la misma canción que la he oído cuando estaban a medias del juego. Cantan más canciones y siguen dando vueltas.
Una vez terminado el juego del corro se suelta una de la mano y empieza a correr con toda la demás siguiéndole sin soltarse y si hay alguien cerca le rodean y le dejan en medio del círculo. Casi siempre es un chaval que anda por allí mirando, se abre el saco de la risa y el chaval como una amapola.
¡Vamos pa' casa! Temiendo estaban de oír este aviso, recaditos al oído y hasta mañana.
Mi dron-libélula se ha quedado más apaciguado, no se si tendrá algo en sus chips que me quiera mostrar otro día, esperemos que sí.
Antonio Reina Moreno
27/9/2019
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